Instalación para cuerpo humano
Video: Elisabeth Mondragón
Edición: Diego Madero
Domingo 8 de octubre 2006,
Explanada del Palacio de Bellas Artes
Apertura 10:00 hrs. Cierre 19:00 hrs.
Explanada del Palacio de Bellas Artes
Apertura 10:00 hrs. Cierre 19:00 hrs.
Oaxaca:
estado de sitio
Parafraseando
a Marcos Roitman Rosenmann, Barcelona: estado de sitio, La Jornada, 16 de marzo
2002.
Los carros policiales y
las tanquetas se han apoderado de los centros neurálgicos, controlando los
movimientos de las personas. El acoso se siente. La violencia se torna visible
en cuanto la ciudad esta sitiada. Ningún recoveco queda fuera de control o pasa
inadvertido a los ojos de los estrategas militares. Los soldados patrullan
camuflados entre los civiles. Los cuerpos de seguridad se apropian del espacio público
y militarizan la vida cotidiana. El estado de sitio se impone, sin ser
declarado formalmente. Un recurso político excepcional para mantener el orden y
garantizar la paz interior, restringiendo los derechos ciudadanos, se considera
lo más adecuado. Una ciudad sitiada. Nada, absolutamente nada, puede quedar
fuera de control. El espacio aéreo, el marítimo, y el terrestre deben ser
custodiados. El despliegue militar cubre las exigencias de un plan de defensa
preparado con meses de antelación para evitar sorpresas de último momento. No
caben sorpresas ni improvisaciones; el prestigio de las fuerzas armadas y los organismos
de inteligencia está en juego. Cualquier sobresalto dejaría en mal lugar al
gobierno. No se puede hacer el ridículo. Las circunstancias no están para ello.
La tensión debe mantenerse. La realidad se presenta manipulada. El poder insiste
en señalar que las convocatorias han sido realizadas por grupos minoritarios o marginales
y coléricos donde se mezclan todo tipo de personajes cuyo objetivo no es más que
destruir y violentar la paz social. No merecen credibilidad, son una amenaza. La
buena gente no molesta y deja trabajar a los verdaderos hombres de Estado. Sindicalistas,
trabajadores, mujeres, jóvenes,
estudiantes, profesionales, organizaciones internacionales de derechos humanos
o defensa del medio ambiente pasan a la categoría genérica de presuntos
terroristas. Son culpables de protestar, de mostrar su descontento con un orden
mundial cada vez más excluyente y concentrador de la riqueza. Por ello
representan un problema de orden público.